Esta es la historia de una fábula muy antigua que se ha transmitido durante cientos de muchas generaciones, en la cual se habla de un hombre mayor que viajaba con un niño que era su nieto y un burro, que era el único animal que ellos poseían.
Un día sucedió que ellos tenían que viajar a un pueblo lejano, y mientras caminaban por un pueblo en el que iban de paso, el hombre estaba llevando el burro y el chico caminaba detrás. La gente del pequeño poblado decían que el anciano era un tonto por no montar al animal, así que al oír esto el anciano, decidió montarse al burro y continuaron su camino.
Cuando llegaron al pueblo de al lado, la gente se quedaban mirándolos, y la gente empezaba a murmurar diciendo que el anciano era cruel al dejar que el niño camine mientras, el anciano disfrutaba del paseo. Así que el anciano al oír esto, se bajó y dejó que el muchacho subiera en la espalda del animal y continuó su camino.
Poco tiempo después, en el tercer pueblo, la gente murmuraba que el niño era muy perezoso para hacer el viaje, y le sugirieron al anciano que ambos se montaran sobre el animal. Así que el hombre hizo caso a eso y se pusieron en marcha de nuevo hacia su destino.
En el cuarto y último pueblo, la gente del pueblo se indignaron ante la crueldad que cometían contra la burra porque se hizo para llevar a las dos personas. El hombre frustrado fue visto por última vez llevando el burro en el camino hacia casa de un familiar.
Quizás sonreímos un poco al oír esta fábula, pero esta historia hace un buen punto: "Aunque queramos, no podemos llegar a complacer a todos, y si tratamos de hacerlo nos terminamos llevando una pesada carga en nuestros hombros."
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